En el ojo del desahogo. Sentada la vida. A la puerta de madera y tierra. En silla de vieja enea. Miraba la blanca fachada de la casa de enfrente. Ve pasar aquello que ya no existe. Se agarra la ropa a puñados con la tensión de sus fuertes manos. Como si pasasen riéndose de sus ojos. Y nadie sabe porqué. Despliega entonces sus...