Creo, soy. Soy lo que soy y tengo, y lo que no tengo y comparto, compartimos en un continuum sin tope de tiempo. No es un espejismo de ceniza. Aunque ya sabes que no me crees por corazón cerrado. Pero aún contigo me fascino. Por amor a las manos. Porque cuando débil me las tomas sin arrebatarle su naturaleza, pensando en el después. Te pido tu nombre. Me dices: Dos noches. Dos bocas. No se callan, porque callarse suena a ausencia, según diría el poeta, el que se lo cree, pues no hace él poesía, si no la naturaleza de las propias palabras.