Todo. Entonces. Viento. Se ralentiza sobre el borde de nuestros labios. A pinceladas sobre la carne. Con su lógica de aire sobre su lógica de carne. De distancia carne. La tristeza genera la carne. Juega a hacerla perfecta, suave y sabrosa. Antídoto para el pesar. No tiene miedo la tristeza. Juega y juega a saltos sobre los círculos de la ausencia. Se abriga con telas hiladas por las manos de la magia. Con los restos que se pierden, construye la magia pequeñas cajitas de Pandora, inmune a revoltijos de mares y a aleteos de vientos, llevándose lo encerrado a la sombra de la deriva hasta la lejana puerta del Infierno.