Porque en esos pequeños besos intermitentes. Donde se nos olvida olvidándonos. Pues que conocemos bien ese hondo silencio del olvido, de la vida y del olvido, del subterráneo malestar que nos convive. Y mientras cumpliendo con toda total dependencia en ella con cierta complacencia, vivimos ahora y antes, apenas si podemos, aunque con fuerte esfuerzo lo conseguimos. Y que siga sí o no y siquiera de mero acuerdo. Y nos juramos la vida y nos, con su sagrado cumplimiento, detrás de la duda. Así sea siempre por esos tiempos a los cuales nos referimos, siempre y siempre, ante el cascabel de la duda, pues tal vez el mortal siguiente paso deje de sonarnos ante la última puerta de la frágil vida.