He guardado en mi amorosa memoria, en su lado perpetuo, tu constante mirada. Pero sí. Aunque haya de los demás protestas. Yo pongo la inmensa barrera del espeso silencio. Y con mis heridas ardo. Aunque insólitas, duermen. Ausentes, duermen. Presentes, duermen. Duerme la vida a veces como una pausa, como un prolongado beso, cuando los labios quieren ser del otro labios. Y se olvidan de la distancia con la que nacieron. Quieren ser tus labios más allá de la contradicción. Hermosos labios desde donde nace la vida, y el amor, y el querer, y de los lazos, la constancia.