Cuando en el bosque de tus labios se hace la mañana, borra la turbia noche, sube el amor a las pestañas, despierta los ávidos sueños. Y de venas como ramo de flores. Ramo de intenciones en la frontera del a veces existes, a veces también. Como el principio del existir. Como el instante que nos habita. Cuéntame algo de las fronteras; de las horas que por allí corren. ¡De las fronteras de las horas! Existes. No existes entre segundo y segundo. Intervalo del suspiro. O tal vez de la ausencia para siempre. Ese vértigo absorbe como una inmensa boca negra.