En ti creo. Orientándome. Con tus manos de cielo. Me escribes cielos que borran el olvido. Me inventas fulgurantes días germinados de plena vida. Secas progresivamente las inmensas cascadas del dolor a fuerza de rayos y truenos. Me sucedes. Me haces siempre. Radiantes bosques de tierno verdor. Vida que se niega a sucumbir bajo los ácidos humos que nuestra inconsciencia emite en la búsqueda del divino pan de cada día. Malvados por hambre; dolor del insaciable cuerpo que infinitamente pide carne para la carne.