Abre la presencia y se despliega. Se presencia y se escribe. Rellenando los huecos sin nada. Se vierte y derrama. Entre vida se vierte. Al comienzo del tiempo anterior. En el dormir robado al tiempo. Robado al espejo. Allí, desde su cumbre, resplandece la mirada. En su ignorada admiración. En su oculta belleza. En el el amor y el otro en su recónditos laberintos.