¡Y cuántos ideales convertidos en papel! ¡Cuántos desnudos equívocos a la intemperie de los cuerpos errantes! Éramos los miembros de la pena, los llantos sin acabar, el nunca vimos la vida concreta con buenos ojos. Pero ahora eres tú mi ideal verdad cruda, la mirada de mis manos, el nunca vives huyendo. Eres tú quien enciendes el vuelo de las aves. Barres las...