En el fondo de sus ojos yacía una fugitiva pereza como esas criaturas, que no siendo de este mundo, los músculos infectan. Tal vez, milagro de la inocencia. Tal vez, desconocida timidez que se hace distante ante peligros imaginarios. Remota e imperceptible distancia, distinta a la real cercanía del corazón. Distancia que ahoga al naufrago de uno mismo, marinero sin tierra, balanceado por...