Luego, pues, existes. Y tus palabras existen. Y largas como una luz creciente. Tu herencia. Ese movimiento que nace. Demasiado tiempo viví sin. Descubierto. A pelo en la vida. Cubren tus brazos la vida. Sin incertidumbre. Y entiendo las ondulaciones de tu alma. Las pulgadas de la bruma de tu pecho. Sobresalen sobre las sombras del camino. Blancas como un acuerdo. Sin cicatrices....