Principal viajero, amado confidente. Cómplice. Del dolor, cómplice. De la llaga. De la gruesa entrada de la carne. Había que llegar a ser permanente, solicitud eterna de la vida, luz del amor al otro. Pero estaban ahí los secretos, todos e irremediables, duros como la duda, destruyendo nidos de la vida. Secretos resbaladizos, paradójicos, inútiles, sin sentido. Vivíamos en las lagunas de la...