Tus ojos grandes como instantes, a veces indiferentes, a veces paseantes. En aquellos tiempos donde nos vino el mundo después del fuego, nuestras manos cenizas como palabras secas, deudoras. Se picaban los frutos abarrotando los árboles. Rodaban algunos por los pequeños surcos de la tierra. Se mojaban de relente. Mientras, crujía la cáscara dura de la almendra. Desde todos los deseos llegaste. Me...