Por ese sendero que nos llevaba veía ya tu cuerpo desnudo. Éramos silencio de la noche las sombras. Sólo notábamos nuestra mano y algo de respiración. No hablábamos para no diluir la tensión que se iba acumulando hasta llegar al punto del encuentro. Fuimos allí muchas veces mar, agitación de la vida nocturna, aves que abandonaban en sus nidos de tierra aquellos aquellas...