Mi eterna amante, llegas como un árbol. Por los labios de mi alma. Fogosa noche, fantasma. Llama del viento, agitas. Llama de hombre, alimento. Rojo de carne, abierto. Eres tú esta noche que florece en mis manos, ese empuje. Traviesa, efímera, líquida floreces. Embriagadas, huyen tormentas en nuestros cuerpos. Movimientos, mientras. Tu cama inquieta, nuestras manos mojadas, sonrisas de largos besos. Séptimo suspiro...