Ya sé que tienes que hacer cosas importantes... por ejemplo, comerte el mundo... dónde yo no estoy incluido...
Las cosas inexplicables se dan pocas veces en una vida.
Rómpeme la cabeza; pero que sea contra tu corazón.
Conservo tu larga fidelidad en mis labios.
Tu insomnio me mantiene en vela, ardiendo.
Dormida, en tu cama, y tú crees que estás soñando porque me recuerdas.
¿Quién tumba los muros de mi casa sino tú? Y los aplana.
Se ha perdido el movimiento de los árboles.
Fluyen los labios y ellos se creen de carne.
Como hago homenaje a la yema de tus ojos.
Con la pena y el silencio de los muros hago encaje; la noche.
De esas orillas que te rodean y a mí me evitan; de esas orillas tengo ansias.
Somos tan fuertes que no tenemos la medida para darnos cuenta.
Conservas la sencilla humildad del agua.
Y ese perdón inesperado conservo.
De esa mano ilusa que cree en la perfección de las formas.
Los besos son cuando queremos alcanzar al otro con el cuerpo de los labios.
Y en un dormir arrebatado encontré tu cuerpo dormido.
Llegas contra los inviernos. Lo sé porque oigo el tumulto.
La lluvia podría desnudar nuestra inocencia.
Por las noches, cada vez que cae una gota de lluvia se despierta un sueño.
Y al maldito tiempo le he partido el corazón.
He retrocedido del tiempo de la tierra.
Todo es bello, todo es dulce, si hay suspiros.
Cada uno en cada día en el amor.
Y nadie deberá conocer el lugar del sacrificio.
Grita el miedo en sordina; pero retumba dentro.
Y nadie deberá saber donde está ese lugar.
Vida mía, voy a estar contigo hasta que la muerte me repare.
A golpes de ojos entre enamorados.
El amor a primera vista no siempre da su mejor cara.
Voy a hacer, amor, suplencia de tu ausencia.
Cuando el destino está hecho de malentendidos.
Hecha de intervalos, la palabra cuaja entre vacío y vacío.
Cuando lo no cumplido se repite en la incesante pregunta.
Cuando no poder llegar a ti me deja en el acto parado.
Cuando la falta no habla y duele en la carne.
Pondré entre paréntesis todo lo externo; y fuera tú.
Te quiero fuera de todos los paréntesis.
Cuando el amor es efecto sujeto al cuerpo.
Te han conquistado manos en las que no puedes creer.
Demuéstrame que algo es posible y lo seguiré al menos en la demostración. Pero enséñame, sobre todas las cosas, la manera de descubrir los imposibles.
Cada uno estaba viendo la calle desde su ventana y un trozo de cielo.
Si permitiesen gritar el sufrimiento por las calles, no veríamos a nadie paseando en silencio.
Y mostrándome la muerte su mirada, me hizo un guiño como entre amigos.
Como entre mil imágenes revueltas con la tuya arrasando mi orilla.
Como esa sombra, desde todos los lugares de la casa, invisible.
Tú, ese primer sujeto de mis enunciados.
En la inmortalidad del silencio.
Llevas el espectro de mi mano de la mano.
Voy a socorrer mis heridas como cada mañana.
Voy a unir la ternura con este mundo cruel y desengañado.
Vuelo sobre dos vórtices improvisados.
Azor entre las fibras de mi corazón.
El silencio nos hace mortales.
Con las sábanas se sostendrá el vuelo de los cuerpos.
Se vio la belleza en ti y tomó tu cuerpo como propio.
Animabas las puertas con tus partidas.
¿Cuántas veces he seguido tus pasos para que no te lleve la nada?
Inventé la invisibilidad de tu cuerpo para llegar a ti.
Buzz
A lo largo de todo el juramento negro, él juró toda la fidelidad al padre
domingo, julio 17, 2011
A lo largo de todo el juramento negro, él juró toda la fidelidad al padre; hizo promesa de recomponer lo perdido aún así callase bajo el efecto del veneno.
Ven a socorrer... que dicen que nadie muere... Nadie muere pero hoy tengo dentro algo parecido.
Los desengañados suelen tener fe ciega en el dios Desengaño.
Cuando vuelo, llevo tu nombre escrito bajo las alas.
He de cuidar mis sueños mejor que mi cuerpo. Los sueños nunca vuelven del coma.
Me llaman insensato porque digo lo que pienso. Y me critican porque soy optimista.
La sonrisa como arma de destrucción masiva.
Primer mandamiento no divino: Sonríe.
A veces, caemos entre sueños, porque ninguno nos quiere.
Hay caídas que parecen sin fondo. Ese espejismo de la caída.
Saben nuestros propios sueños todo lo que encerramos.
Algunas veces, creo que caigo; y no sé si es mar o pozo.
El mundo desengañado suele contradecirme porque canto a la vida. ¿Ignora él, acaso, que él sigue creando vida para la muerte?
Si no te mueves no dejaré de confundirte con las verdes hierbas, mi amor.
Quiero hasta llorar contigo.
Ya que ambos infinitos, el tuyo y el mío, son imprescindibles, unámoslos para formar ese límite que la ciencia busca.
¿Qué hacer con el relato que no puede ser ni contado ni resumido?
Lo verdaderamente efímero dura tan poco que, casi nunca, se realiza en lo concreto.
Suelo encontrar en algún lugar tu nombre, tu cuerpo, y tu parte oculta.
Me has llamado la atención al pasar entre varios silencios.
Algunos días, te vuelves divina al pasar por las fuentes.
Pon en mis ojos la sorpresa de tu amor desconocido.
Hemos perdido la dimensión épica de las cosas porque nos sentimos por encima de todas ellas.
Cada vez que me reenvías a lo desconocido, vuelvo.
Tú, palabra de papel.
Sacaré el silencio de los cristales.
Prometo perderme dejando rastro; así no tendrás excusas.
En tu ausencia, temí estar solo: como cuando se está solo en la muerte.
De esas largas sombras sobre las camas.
En todas las victorias instruida ¿cómo me puedes ver sino vencido?
Y de repente sin desierto.
He sido abandonado al pie de tantos muros.
Huyendo de ti caí en un pozo. Por querer salir me arranqué las uñas. Ahora no me gusta el campo, ni los huecos, ni las paredes.
Me he dejado llevar por las olas, bajo la superficie, que vuelven al mar.
Más allá de las palabras no se oye la queja.
Más allá de las palabras siento un temblor.
Me arranqué los ojos para amarte mejor... sin malentendidos, sin sentidos. Y, en la oscuridad, volvieron a crecer los ojos.
Mis implacables enemigas, tus manos.
Entre labios se escriben promesas de amor.
Tras los cuerpos gastados se precipita el recomienzo.
El arte de la fuga sin instrumento...
Las palabras están en fuga porque odian el papel.
Las palabras nacieron de las bocas sorprendiendo a los oídos.
En el último momento, antes de partir, en tu boca muda leí mi destino.
Conocemos el arte de escapar con el amor recibido bajo el brazo.
Ámalo como yo; y piérdelo como yo lo perdí. Así fue mi destino y el tuyo.
En aquel instante donde tu cruda boca se posó en mis labios encantados...
La noche pone sobre ti sombras para ahuyentar la traicionera oscuridad.
Si me metes en el desorden de ti ¿cómo voy amarte todas las horas y los días seguidos?
A veces, juego con penas para distraerme del mal de amor.
Pues para huir de la tiranía besé los pies de Afrodita enamorada.
De ese estrago que el amor produce si se va.
Ojos de miles de años te contemplan extrañados... civilización.
Epitafio: Aquí no yace ninguna mentira.
A fuerza de amor hemos forjado las leyes de los nudos.
Las playas submarinas se hicieron con los granos del desierto.
Por mucho que llueva, cada gota cabe en el mar.
Tienen las lunas cuerpo de mar... lánguida mirada... y en la noche se esconden...
Están los mares llenos de todo el dolor de los cuerpos... enterrados.
Necesitaré muchas miradas presentes para ser enterrado en ella.
Después de aquello, Ariadna se enamoró de los laberintos.
Nadie tuvo sed perpetua... pues creo que toda se refugió en mí.
¿Qué sé yo del beber, si nunca he atravesado el desierto?
Solo tengo sed en tu recuerdo.
Dicen que si hablo es para no olvidar. Qué sabrán ellos de olvidos
Que después de cada beberte salgo de la sed.
Y cada una de mis historias vividas confluirán en el principio de la nuestra.
Cada vez que hago el porvenir con tus manos.
Cuando cada día veo florecer nuevos peligros en tus ojos.
Me has dejado el Libro de los olvidos y otros cuentos.
He reencontrado tu nombre entre otras palabras poco usadas; porque nadie más te conoce.
Hemos banalizado hasta lo trágico.
Creen los desiertos que las tormentas se olvidaron de la arena.
Por una explosión de tus ojos cada vez que te veo doy los míos.
Dejo mis manos caer sobre tu nombre de carta con remite borrado o lejano.
Pues hace ya tiempo que tengo el corazón en exilio.
Salgo cada día de tus manos.