Me salvó de esta vida un exceso de amor.
No te obstines en contradecir las leyes de los hombres con tu leve sonrisa.
Me reservo todas las tormentas.
Por amor incluso me fuerzas a seguirte a la tierra.
Comienzas a reinar en tu reino, tiniebla.
No he llorado todas las veces que pude.
En el oleaje de media noche te espero camuflada.
Creo en el amor por ti.
Tengo de la confusión proyectos preparados.
Si de antigua memoria estoy invadido... Si llevo todo el peso del recuerdo...
Los derechos de las noches inmortales han sido restablecidos.
Nuestras palabras también tienen el fabuloso poder de callar...
En el filo de la cama suelo dormir para no sentir ausencias.
Consentir que el miedo tome riendas, cabellos y manos; lleve a donde lleve.
Tanta admiración por lo desconocido que arriesgo algunas certezas.
Son textos para leer al revés; y no he dicho que son las líneas de tus ojos.
Has venido a ofrecerme tus dedos; esos dedos de los pies que siempre van por delante de los deseos.
Meternos los dos en el cuerpo, cogidos como ganchos o con nudos de cuerdas; sospechar un desanudamiento imposible.
Eso que se deja imaginar, por más que lo intento no puedo, dejar de pensar en eso que de ti imagino, eso que de ti quiero.
Y temen tanto los sueños el frío...
Y temen tanto las palabras la ausencia.
En ese trabajo inmenso de aclarar lo oscuro.
Ese señor, que entre sus brazos te retuvo, me hizo ver tu sujeción querida, sujeta y a la vez liberada, de esos brazos inesperados, que te amaban, mi amada.
Teniendo en cuenta que los resortes del amor fingen a veces para ocultar su autenticidad.
Renace el amor vencido después de cada batalla.
Vuelven los desaparecidos gritando su nombre.
Sin arder se incendian las miradas en tu cuerpo.
Cuando el dolor está en alguna parte y no puede ser agarrado por las hojas.
He alcanzado en el amor tantas veces el infinito.
Suelta las manos al aire sin esperar a ver lo que tocan.
Suelta los ojos libres a la orilla de las carreteras.
En menos de un beso me enamoro.
Pides brisas fingidas para refrescar tu nuca.
Sabes que cedo por amor a tu amor caprichoso y libre.
Y la amistad quisiera de ti el amor pasional que le darás a otro.
Aprovecha ahora que el sol aún no ha borrado la belleza de mi frente.
Tengo mis dos almas puestas en ti: una en cada labio.
Cuando me enamoro solo deseo la inmortalidad.
Creo que te has quedado como un olor.
¿Y si comparto contigo mi eternidad?
Tiene el amor pálido y cambiante faz de luna; y alguna cara oculta.
Lleva el temerario viajero pan frío y queso.
Prometes y me prometes, desde este punto del pasado, un mañana bien feliz, y volverás a renovar la promesa cuando en cada instante llegues.
De esos que trabajan bajo la ciudad limpiando los restos de la Humanidad.
Guarda a tu lado lo que del otro parece más valioso.
Visto el reluciente infinito, tomó mi vida limitada su estrategia.
No se juega nunca el amor en la ficción aunque de ellas esté rodeado.
Méteme en esa división y sácame como resto. Haz polvo de la minucia.
Deja que mis manos se carguen de ficciones y mi boca de palabras.
Suelo ser arrecife.
Fue tan fácil amarte como medir con tus manos todos las distancias, entre punto y punto, del mundo.
¿Cuánto tiempo podré sostener como ignorándote?
Alguna vez he presenciado la sonrisa de los dioses.
Lo que se tarda en curar; y yo con la impaciencia.
El otro día, conocí al creador de las mariposas. Martín reproduce especies en su jardín, suelta las larvas en los campos, y vuelve para ver alas de todos los colores.
Se disuelve la oruga para crear alas.
Sucumbir al vapor de los ojos. Ojos con calor de cuerpo evaporado.
Un trozo de tierra, es todo lo que necesitamos para ser eternos.
¡Cuidado! Peligro: los sueños no juegan.
De neblinas tengo coronas.
Porque ahora podemos decir que escribimos con todos los dedos...
Buzz
Si me pides, como prueba de amor, que mida todas las distancias del mundo
miércoles, junio 15, 2011
Si me pides, como prueba de amor, que mida todas las distancias del mundo, cogeré tus manos.
El amor no miente; miente el miedo.
Duermen las mucosas sin sueños.
Pocas veces no sucumben los cuerpos al tacto.
No tenemos suficientes palabras todavía en nuestro diccionario común.
¿Sabes cuánto tiempo tuve en la cabeza antes de amarte?
Buzz
Ella es mar loca e infantil, sigue a los barcos desaparecidos hasta la otra orilla
lunes, junio 13, 2011
Porque ella es mar loca e infantil, sigue a los barcos hasta la otra orilla, busca en la mar los barcos desaparecidos, y hace pactos con huracanes.
Como cuando cada noche me invaden tus ojos; me rindo; vencido quedo. Liberado amanezco.
Cuéntale cómo fue nuestra vida entre palabras.
LLevar siempre los ojos alzados por encima de las cosas con las que los ojos tropiezan.
Sucumbir con el valor perdido; eso es sucumbir.
¿Cuanto tiempo tarda en sucumbir el amor no atendido? Siento el amor rebotar en ti. Siento que lo reconoces; y te evades. Vuelves a verlo salir; y te preparas. Mantienes la mirada por su belleza. Y rebota. No te apena que se aleje; él sabe a inextinguible. No sabes que el amor lo abandonará; dejará la maravilla seca. Se olvidaré de él para siempre. Te llegará a ti de otras fuentes. Aunque rebote, deja a su paso el amor una marca de amor vivido. En unos seca; en otros de impenetrado.
Encontramos el camino en la ceguera de la noche.
Con esas palabras imposibles me das a entender que puedo amarte pero que no debo: porque mi amor te quita libertad; y un amor esclavo... ¿Qué hago con un amor sometido?
¿Por qué me dañas la boca? ¿Por qué me dañas los ojos? ¿Por qué dañas estas manos?
Palabras sobrepuestas sobre piel de espaldas. Tal vez las dije cuando ella partía.
Voy a tirar al cubo del olvido la parte del corazón que rompiste.
Confundido con el polvo en los ojos yace abierto a todo el tiempo por venir.
De la efigie que llevamos dentro, del mármol de los pies, quedan las manos, a veces, para separar las tinieblas.
Buzz
Así como el viento bordeando todos los límites da toda la vuelta al mundo
jueves, junio 09, 2011
Así como el viento bordeando todos los límites da toda la vuelta trayendo los olores de lejanos países.
Marinera de barcos me hacías soñar con vientos nocturnos.
Yo amo mis puntos suspensivos porque ellos guardarán mis secretos...
Yo amo mis puntos suspensivos porque ellos callan todos los gritos oídos...
Hoy he pasado todas las pruebas de amor a través de tus manos.
No me parece simple azar que el amor y la vida surjan siempre en el lugar más adecuado.
Te contaré cómo encontré, un día, en tu boca, el oráculo que anunciaba mi destino...
Tuve ganas de ver llover; y el cielo respondió con agua, con gotas y vi llover. Vi llover con la cara levantada; recordándote.
Si te digo que eres mi causa entera te haría culpable de todos mis males; te amaré, pues, incompleta, como la causa entera de todo el bien que tu amor me hace.
Buzz
Recuerda que no soy yo quien hablo, que es la palabra quien me tiene cogido por los labios
lunes, junio 06, 2011
Y recuerda que no soy yo quien hablo, que es la palabra quien me tiene cogido por los labios.
En la tragedia de mi amigo, el supuestamente loco indeciso, los actos llevan irremediablemente al equívoco de la muerte. Mueren todos por el roce del veneno; menos la que quiso irse de este mundo como un nenúfar en el devenir del río.
El amor y su peso. Y su peso entre mis manos; al alcance de los dedos. En la tensión del nervio el peso del amor sostengo para darte nombre y nombrarme.
He descubierto la carta escondida del recuerdo (y no estaba sobre la mesa como era su costumbre); sobresalía de tu bolsillo sin sello ni dirección ni remitente. Carta suspendida en la pausa abierta al devenir sonriente.
Tu amor me nombra plenamente.
Cuentan los niños, entre sus juegos de parques, que soñaron un sol delirante, un sol que canta y otro que baila... Y, como en un juego de guerras, se disputaban la victoria para el sol propio. Yo lo vi, sentado en mi banco. Presencié esta batalla de soles sin que ellos supieran que yo entendía de sueños y de astros.
A cada instante recurro a tu amor para darme un nombre.
Buzz
¿No ves que estoy casi desapareciendo? ¿No ves mis manos casi invisibles ya?
viernes, junio 03, 2011
Recuérdame, recuérdame en la luz o en la noche; recuérdame. ¿No ves que estoy casi desapareciendo? ¿No ves mis manos casi invisibles ya? ¿No sientes el respiro lento? ¿No sientes mi apagado mirar?
Conociste la polémica de las cosas, sus variaciones, así como su aborrecimiento.
Cuando estallan los momentos entre tus dedos, cuando pesan como un siglo entero sobre todas las manos desaparecidas, lloro hoy por el siglo y brindo por su no retorno.
La prueba de amor no depende de los sentidos sino de la memoria.
El amor despierta el ancestral miedo a aventurarse mar adentro.
Recorro las bibliotecas leyendo los títulos de ocultos epitafios.
Una vez la obra escrita quedan los preparativos funerarios y obras de jardinería.
El funeral de un gran escritor dura hasta el nacimiento del siguiente.
Si pretenden enterrar los grandes libros, lean el Libro de los Muertos. Egipto sabía algo de enterramientos.
No estoy hecho para leer manuales funerarios. (Nota: Léase con humor)
La mayor parte de los libros describen como enterrar a los grandes autores.
Tras los grandes libros quedan los manuales para cada entierro.
Las bibliotecas del mundo guardan ordenados todos los epitafios finales.
De esos largos epitafios de cenizas escritos en la última página de cada libro.
El libro canta un largo epitafio cuya fecha de autor es el título.
Tengo la biblioteca llena de lápidas mirando de canto.
No me callan las voces ni tus labios. No me callan ciertas miradas. Me callan tu manos atadas. Me callan tus dedos cuando cuentan.
Me hablabas al oído como rezando una mítica oración. Creo que así habló alguna vez una diosa al oído de algún amante incierto; o eso imaginé.
De eso de profanar memorias están llenos algunos libros y otros papeles. No sé si se muere una segunda vez cuando te profanan. ¿O es un acto tan natural que ni mata?
Buzz
¿Cuántas veces nos hemos besado con la boca rota por palabras insensatas?
miércoles, junio 01, 2011
¿Cuántas veces nos hemos besado con la boca rota por palabras insensatas?
Entré en tu cuarto buscando los besos pegados a las paredes que, alguna vez, se escaparon de nuestros labios.
Sólo los cuerpos silenciosos conocen la soledad.