Explicación

miércoles, agosto 22, 2018

Crece y caminos. Disputas: regalos para reconciliarse. Eran juegos de los humanos placeres, necesario alimento para el voraz narcisismo. Dicho esto en claras palabras, empieza la deriva. Se componía el texto habitualmente de una entrada, como aquello que da tema y tono. Venían luego las resonancias impresionistas inconscientes,  subjetivismos superpuestos, en paralelo simultáneos, por más que el orden de las palabras lo disimulasen. Lo anterior enunciado, se me hace difícil fingir que desvarío, tanto se resiste la razón al mal decir. Eran las frases como volátiles dimensiones flotando en el espacio, sin aparente orden y aún mal compuestas. El guión lo exigía. Un subterráneo guión que nunca debería surgir a falta de desmoronarse el efecto subjetivo del texto. Cruces. Caminos y cruces. Chirridos cuando la razón no alcanza. Pasada del tiempo en la fracción de segundo. Sabe Dios si necesarios! Amor a los efectos. A aquellos imposibles de enunciar. “Vieránles” quien los viere. Ya que todos estábamos metidos en el texto. Su realidad indecisa. Como multitud de árboles sobre los millones. O sea, todos los bosques habidos y por haber, incluidos los de la fantasía. No sabiendo esta distinguirlos. Confundiéndolas, a veces, con ciudades humanas y vegetales. Bucólica fiesta de la existencia que por la palabra pasa. En realidad, pues, nuestro amor refleja el amor por las ciudades, sean estas cosmopolitas o de una sola casa, como olas de ciudades. Fue tu realidad mi realidad escritas en multitud de palabras, muchas perdidas y vueltas a reescribir. Fiestas sin aparente desconexión. Embriónicas fiestas del permanente nacimiento. Olvidos, tras olvidos, tras olvidos, atravesados por la música. Obsesiva e incesante máquina del producir de la vida. ¿Quién podría ignorar nuestra deuda?

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