Paraban los velos. Y los puentes. Y los puentes levadizos abrían las aguas del olvido. Venían de sus fuentes, de allá arriba, donde el frescor mantiene "vivo" la vida. Comían su falta con trozos del cuerpo, permanente cuerpo, esa carne que nos presenta, nos ama, nos duele, desea. Sus ojos ... son pasillos dispersos que se confunden en ninguna parte. Alrededor de su...