En tu espalda, en tu vientre, suspendido de tu boca, en tu nuca, mi suplicio. E iba a venir a tu cuello, voraz de mis besos. En tu pelo se esconden mis ganas. Te invoco, hora del beso. Te llevo en mis manos, y son las cinco de la tarde en la corriente de tu laberinto. En tu espalda, en tu vientre, suspendido...