Andábamos con manos ciegas en los murales del viento. Retornábamos desnudos después de la deriva desde la raíz del viaje. Respondíamos a la llamada de la ausencia con bocas feroces. Y era entonces la estancia, el reposo de la memoria, la sed de orilla, las preguntas secas. Nos tomábamos a escondidas del recuerdo, más allá de los errores. Las preguntas socavaban nuestros cuerpos....